martes, 8 de septiembre de 2015

La Luz y la Felicidad

La luz y la felicidad



Son muchos quienes han remarcado la felicidad como el fin último, el objetivo, del ser humano. 

Para algunos filósofos, la felicidad es la que genera la realización de nuestra humanidad individual, sin embargo, la felicidad es un concepto cuya definición es algo más compleja que un estado ausente de dificultades y lleno de risas en cada instante. 

Tal como nuestra vida, la felicidad implica un reconocimiento de las situaciones y los retos que nos hacen crecer, que nos hacen enfrentar nuestros miedos, superar las adversidades y sentir gratitud por lo que tenemos; es un estado integral en nuestra trinidad mente-cuerpo-espíritu.


Es aquí donde la luz toma un simbolismo especial, pues nos ha ayudado a tener una representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de los rasgos que asociamos con ella.


Alegóricamente, la luz se entiende generalmente como ese estado virtuoso anhelado; es la que representa la comunión con el universo entero. Esto es también porque la luz la identificamos como guía que nos muestra el camino a seguir; como conocimiento que nos ayuda a comprender; como candor que nos revela la sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza del ánimo. En fin, cualidades que atribuimos a un estado de bienestar.


Así observamos la relación entre la felicidad y la luz, como se mencionó antes, la felicidad es un estado donde convive la dificultad y la plenitud, del mismo modo como la luz convive con la oscuridad pues sin ella carecería de sentido. 

De tal forma es que nosotros como seres humanos buscamos virtuosamente ser luz: siendo guía, consejo y proporcionando candor a los demás.


Esta decisión la trabajamos día a día y en nuestro mundo físico nos apoyamos de elementos y rituales que nos hacen recordarlo. Ya sea la meditación, la oración, el fuego, las velas, el sol, las flores o los símbolos que empleemos, todos son medios para conseguirlo.

Sé feliz y reconoce tu rededor.